Amarnos a nosotras mismas no siempre es un camino recto. A veces duele, a veces se olvida, y a veces parece más fácil cuidar a todas las demás antes que a una misma. Pero hay gestos, que por más que sean muy chiquitos, que pueden ayudarnos a volver. A querernos más. A tratarnos con más delicadeza.
En este artículo, les compartimos 10 formas suaves (y a la vez poderosas) de acompañarte mejor. No tienen una fórmula mágica, ni prometen cambiar tu vida en un día. Pero sí pueden recordarte que vos también merecés tu propia atención.
1. Vestite para vos (aunque no salgas de tu casa)
No hace falta una ocasión especial para usar algo que te gusta. Podés estar sola, en tu casa, en silencio y aún así elegir ponerte esa prenda que te hace sentir linda o simplemente cómoda. Vestirse para una misma no es vanidad: es presencia. Es una forma de decir “estoy acá, para mí”.
Incluso una prenda interior que nadie ve puede ser un acto de autocuidado. Es tuyo, solo tuyo.
2. Reordená lo que ves todos los días
A veces lo que más nos afecta no es algo grande, sino las imágenes que consumimos sin darnos cuenta: la cuenta de Instagram que te hace sentir insuficiente, el perfil que solo muestra cuerpos irreales, los mensajes sutiles de “deberías ser de otra forma”.
Hacé una pequeña limpieza. De redes, de referentes, de rutinas. Elegí seguir cosas que te inspiren y no que te resten. Es un gesto simple, pero cambia el aire.
3. Anotá algo que hiciste bien hoy
No tiene que ser enorme. Puede ser que saliste de la cama aunque costaba. Que respondiste un mensaje que venías postergando. Que fuiste amable. Que fuiste honesta con alguien. Que terminaste algo. Que lo intentaste.
Ese tipo de registro (aunque no lo publiques, aunque nadie más lo vea) ayuda a que la voz interna deje de señalar todo lo que falta, y empiece a reconocer lo que ya está.
4. Hacete un té (y tomate el tiempo para tomarlo)
El cuerpo también es parte del amor propio. No se trata solo de “verse bien”, sino de tratarlo con respeto. Cocinarte algo rico. Prepararte un té y tomártelo sin mirar el celular. Sentarte cinco minutos y respirar. Escucharte. Agradecer.
Eso también es quererse: cuidar el envase que te contiene.
5. Hablá con vos como hablarías con alguien que querés mucho
¿Te diste cuenta de que muchas veces sos más cruel con vos misma que con cualquier otra persona? El tono en el que te hablás por dentro importa.
Probá esto: cuando te critiques, pensá cómo se lo dirías a alguien que amás. ¿Usarías ese mismo tono? ¿Esas palabras? ¿Esa dureza? Seguramente no. Entonces no te las digas a vos tampoco.
6. Rodeate de cosas que te conecten con tu sensibilidad
Puede ser una flor, un perfume, un libro, una playlist. Algo que te devuelva a ese lugar calmo donde sabés quién sos. Volver a eso no es una pérdida de tiempo: es una forma de sostenerte.
Una prenda hecha a mano. Una foto que te gusta. Un detalle suave en la rutina. Todo eso también es parte de tu universo interior.
7. Permitite hacer las cosas lento (aunque todo grite lo contrario)
Vivimos en una cultura que aplaude la productividad, la rapidez, el resultado. Pero no todo tiene que ser eficiente. No todo tiene que tener un sentido práctico. Hablamos ya de esto en otro post: El valor del tiempo lento en un mundo que corre.
Podés hacer algo porque sí. Porque te da placer. Porque te calma. Porque te conecta. Bordar. Pintar. Caminar. Mirar el techo. Cocinar sin apuro.
Hacerlo lento también es una forma de resistir. De recuperar tu tiempo.
8. Perdonate por no estar en tu mejor versión todo el tiempo
Hay días en los que no vas a tener energía, ni ganas, ni respuestas. No sos menos valiosa por eso. El amor propio también se construye en esos momentos. En no exigirte perfección. En entender que tu valor no depende de lo que hacés, sino de lo que sos.
Perdonarte no es excusarte: es abrazarte igual, incluso cuando no brillás.
9. Redescubrí lo que te gusta hacer (aunque no seas buena en eso)
¿Hay algo que te gustaba cuando eras más chica y dejaste? ¿Algo que hacías solo por el placer de hacerlo? Bailar sola, escribir, dibujar, armar cosas, jugar.
Volver a eso, sin presiones, sin metas, sin querer ser “buena”. Solo por vos. Porque el goce también es importante. Porque merecés espacios que no dependan de la mirada de nadie más.
10. Compartí lo que tenés con otras personas sensibles como vos
Cuando una empieza a quererse más, también empieza a mirar a las demás de otra forma. Desde la empatía, desde el cuidado, desde la alegría compartida.
Mandale un mensaje a una amiga. Regalale algo hecho por vos. Decile a alguien lo linda que te parece su forma de ser. Compartí tu ternura. Porque dar amor (cuando nace de un lugar genuino) también te vuelve.
Un último pensamiento
Quererse no siempre es fácil. Pero se aprende. Se practica. Y muchas veces, empieza en lo pequeño: en una prenda que elegís para vos, en una pausa que te das, en la forma en que te hablás por dentro.
Desde Lolita creemos en eso: en lo íntimo como un territorio propio. En el diseño como una forma de cuidado. En la belleza como una expresión de lo que somos, no de lo que deberíamos ser.
Que este posteo sea solo el comienzo! <3